Craziness beyond frontiers

Thursday, June 14, 2007

Carmen.



Carmen es sucia,
no tiene padre.
Pisa laureles,
no ama a su madre.
Algo pasa dentro de mi...
Cuànto perdòn,
debajo de tanta luna.
Cuànto verdor...
debajo de tanta luna.
Algo pasa dentro de mi.
Algo pasa en este lugar.
Pàrate debajo de mi mano,
mira quien soy.

Emilio del Guercio, 1970 (Almendra II, tema 5, cara A, disco 1).



En Brooklyn, Nueva York, un escritor bastante holgazán está a punto de crear la novela perfecta con la ayuda de un artefacto y un software que posibilitan el paso directo de la imaginación a la (virtual) realidad, sin pasar por la escritura. En una novela así, desde el primer instante están ahí el ambiente, los personajes hechos, la tensión y se transmite intacto lo imaginado, no sólo por el ojo, sino por todos los sentidos, y se respira en ella el territorio de la imaginación libre, la que no constriñen las palabras o los trazos del pincel o las notas musicales o ningún vehículo: la imaginación intacta. Pero esta Utopía que da al creador la posibilidad de llegar a la perfección es imperfecta, como descubrirán el escritor, el inventor y el lector en esta novela pícara, vital, gozosa.
La novela perfecta.
Carmen Boullosa.
México: Alfaguara. Novela. Encuadernación rústica.ISBN 9707704721. 160 págs.





Carmen no tenía ni puta idea de nada. Carmen la pérfida, la perversa, la pútrida, la mujer de cualquiera, el sueño de ninguno, la demente, la tránsfuga, la tozuda y sobre todo, Carmen, la semántica.

Carmen procaz e impenitente, argumenta en líneas argumentales que le parecen sólidas, con la solidez del asfalto más contundente, y uno cualquiera echa por tierra sus certezas graníticas y deja que le estallen los sesos sobre el vértice ampuloso de la curva mas caliente, de la autopista más temeraria.

Carmen, torcida en su anatomía procaz y persistente, Carmen radial en racimos guturales, una falla geológica vertebrada, un abismo, un pertrecho, una señal mustia, un desaguisado, los restos de un poema, Carmen, a su vez, insignificancia de ella misma.

Carmen redomada, arrebolando el poncho, bailando a saltos y tropezones, entonando una melodía tristìsima, profiriendo insultos, burlándose de un payaso, enfocando y embocando y evocando el amarillo sin precaución, cayendo sobre la red del discurso de su razón de ser, caminando ambigüedades, tallando glifos en madera de balsa – re trazando perfiles totémicos -, haciendo las mismas muecas antiguas, torciendo los mismos grupos musculares, remedando un dolor de parto ancestral, cogiendo, recogiendo, dejándose coger, dejándose recoger.

Carmen, chica de su pueblo, drama de provincia, himen perpetuo, paráfrasis, fonema, arrumaco, decadencia, la del cosmetiquero más lleno de palabras, la de los brazaletes de poliuretano, la amante de todos los feriantes, Carmen y su sordera, ella misma una oreja cortante, el musgo entre los ladrillos, la masa y el cocido, la del delantal grasiento, la de la grupa polvorosa, la domadora de bestias, la niña, la doncella y la dama imposibles, la princesa desencantada, la lenguaraz, la gélida, la artera, la mamapijas, la voraz, la urgente, la necia.

Carmen, virgencita santa, sin deslices ni culpas, ni milagros concedidos ni catálogos concebibles, ella misma una estratagema, la sinuosidad de un vulvo, el comejèn, la garrapata hasta la arteria, la chupaora oblicua, la ilimitada, la inimitable, el croquis del croquis del mapa del tesoro perdido.

Carmen, la fotógrafa, la carcelaria, con el culo a propulsión a chorro, la médium entre la imagen de la imagen y la imagen del iris derramado en el ojo irritado del artista plástico tuerto.

Carmen, la paseaora, la baby sitter, la matrona, la madraza, la que de su propio mástil desprende un velamen estampado con motivos chineses, como alas de mariposas sapienciales, Carmen, la xenófoba sin corpiño, la brutal, la fascista, la pornògrafa, la que bate los biberones antes de hervir el agua, la de la leche desnatada, la faenadora de pollos, la granjera y la cuaquera.

Carmen, la despistada, la incapaz de tejer el hilo de una historia lineal, la extremista, la trepadora constrictor, la infantil, la que mea junto a la taza, directamente sobre los mosaicos, la que no escupe hacia la derecha ni patea penales, la off side y la ludòpata, la cleptómana sin antifaz.

Carmen, la lúcida con su lucidez desde el hipotálamo, la frágil y la fértil, la abortiva, la invertida, la pista de la pista sobre el olor de la huella, la quìstica, la ampulosa, la frugal, la bactericida, todas esas cosas del querer y el maldecir, la única sospechosa, la frígida, la incriminada, la fétida, la herrumbrosa, la fatídica, la melindrosa, la estúpida, la vectorial y la diva, el guiño de Zoroastro y la omisión única de Zaratustra.

Carmen, la payadora, la repulsiva y la asquienta, la maja peluda y la Venus en colaless, la peor de todas, todas, toditas, la mujer martillo y la cuña ósea, la mujer foca y la mendiga de la tara, la del vocablo y la de la flecha sin arco, y la de las compresas y la de los unguentos, y la de terraplenes por donde se baja más rápido que haciendo rafting en los jugos gástricos.
Carmen, la forjadora de comales, la unica que echa tortillas septentrionales como estrellas perdidas, como estrellas insolitas, como estrellitas solitas, la mas filosa que el bisturi mas filoso del rinoplasta ambidestro, la que incinera sus nauseas en la gran pira inminente de las bibliotecas publicas, la maestra de cermonias de los bacanales del fastidio, la voluble y la soluble en baños de sales.
Carmen, la amante delincuencial, la mas precisa que un sextante, la que sopla detras de las burbujas de jabon, la que mastica y hace bolos salivales, y engulle y deglute y hace caca, y hace mierda incontinente, cualquier piropo y toda forma de insinuacion.
Carmen, apretujada, constreñida, vehemente y exultante, casi, casi, casi anforica, exudando su fruta invertida, invertebrada, exfoliada y depilada, anaerobica, subventral e ingravida, harapienta de retazos de calzones arrancados con el ojo del periscopio de los transeuntes sumergidos en oceanos contaminados, concomitantes de cavilaciones y genuflecciones, todos cohabitantes en la sospecha.
Carmen, famelica y cadaverica, de carnes recurrentes, inminente y exorbitantemente flacidas, Carmen manoseada, escurrida, malquerida, despojada, abandonada, olvidada, recordada, hilarante, siempre hilarante.
Carmen, reventando papayas y desgajando las cáscaras de su concha, manjar tan ácido, tan pélvico, paupérrimo: ¡Ficción!



Note: There is language in this excerpt some readers may find offensive.





NOVEMBER 2.


I've been cordially invited to join the visceral realists. I accepted, of course. There was no initiation ceremony. It was better that way...

2 Comments:

Blogger Mauricio Fredes said...

Abrazo Leo, sublime saber que aun existes aunque sea en mi delgada imaginación, beso hermano, m.

6:48 PM  
Blogger Branch said...

Que intenso.

10:10 PM  

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