Craziness beyond frontiers

Wednesday, November 14, 2007

Bitàcora del Desamor III.


Viña del Mar, Mièrcoles 14 de Noviembre.


Tolueno e Iridio, Mercurio, Tungsteno, Cromo, todas las substancias a punto de Baño Marìa y el Fierro fundido en herramienta al desuso, ¿què torpeza marca el doblez de este tramo?, ¿quièn conspira contra quièn primero o despuès en esta comedia de situaciones?


Aguas muy turbulentas, viscosas como meados, cuando la màs tìmida marea es potencialmente un maremagnum, versos bàsicamente ininteligibles o solo premeditadamente disonantes, las pulsiones tintilineando restringidìsimas al àmbito fenomenològico de los campanarios, de pronto una sirena, o el estallido de un obùs que fuè disparado hace un siglo y medio.


Una cuadrilla de diletantes rondando un camastro, àngeles de la guarda en uniformes de campaña o remedos de santos, ìconos semovientes que se postran en torno de la angustia disfrazada de lecho de muerte, recièn nacidos cagàndose de la risa a los gritos, sin palabras, sin pañales, con el culo irritado al aire y sin red.


Es difìcil, pràcticamente imposible, y ademas aconsejablemente inaùdito que esto, aquello, o lo otro, lo inedito y tambien lo inevitable, tome forma, tamaño y se suntantivice para ser racionalizado y despues se recuerde.


In extremis, lo que viene flotarà como un globo aerostàtico autosustentable, implosivo, en atmòsferas del èter màs tòxico y a la hora màs pesada del calor, y si te digo que te limites a las posibilidades ambiguas de tu naturaleza, te digo tambièn, te suplico, que cerremos filas juntos contra los malditos inevitables: trenzar los cuerpos en un nudo ciego para despuès tomar cada uno un microbus en la direcciòn contraria, pero tambièn te advierto y te prevengo, que màs vale escupir al cielo que dejar rodar una làgrima a destiempo.


Asomo mi impasividad y mi ingenuidad camèlida al encuadre de la pantalla, màs como oliendo que como dejàndose ver, ensancho, expando mis posibilidades nasales hasta el lìmite elàstico de los cartìlagos y de un respiròn me tomo por derecho toda la fetidez de las palabras, que huelen a moho, a carne cruda y tambièn pòlvora mojada.


Chillo ¡Mamà!, chillo ¡Papà! y cuando ya domesticado, dejo de chillar, hablo y digo, y pronuncio perfectamente, a modulaciòn educada, los nombres de mis hermanos, y tambièn rezo en silencio.


Entro, discretamente, procurando no incomodar con mi presencia al regente, a una librerìa de usados, me topo, o se topan conmigo, lomos y caràtulas y tìtulos impronunciables de autores canònicos, desando mis pasos con el fervor con el que me retirè del atrio de una iglesia para poder contestar que no sè de dònde vengo siempre que me lo pregunten.


Luego, de nuevo, me paro, reaparezco conveniente y convincentemente afeitado frente a mì, bajo la mirada hasta mis piès descalzos y me rìo de mì como solo se puede reir de sì mismo, un loco, un enfermo, o los dos simultàneamente.





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