Sabotage...
A Cellestial Delights & Camel Toe,
donde quiera que yazcan sus restos.
I hide myself inside the shadows of shame
The silent symphonies were playing their game
My body echoed to the dreams of my soul
This god is something that I could not control
Where can I run to now?
The joke is on me
No sympathizing god is insanity, yeah
Why don't you just get out of my life, yeah?
Why don't you just get out of my life now?
Why doesn't everybody leave me alone now?
Why doesn't everybody leave me alone, yeah?
Obsessed with fantasy,
possessed with my schemes
I mixed reality with pseudogod dreams T
he ghost of violence was something I seen
I sold my soul to be the human obscene
How could it poison me?
The dream of my soul
How did my fantasies take complete control, yeah?
Well I feel something's taken me
I don't know where
It's like a trip inside a separate mind
The ghost of tomorrow from my favorite dream
Is telling me to leave it all behind
Feel it slipping away, slipping in tomorrow
Got to get to happiness, want no more of sorrow
How I lied, went to hide
How I tried to get away from you now
Am I right if I fight?
That I might just get away from you now
Sting me!
Well I feel something's giving me the chance to return
It's giving me the chance of saving my soul
Beating the demigod, I'm fading away I
'm going backwards but I'm in control
Feel it slipping away, slipping in tomorrow
Getting back to sanity, providence of sorrow
Was it wise to disguise
How I tried to get away from you now
Is there a way that I could pay
Or is it true I have to stay with you now?
How I lied, went to hide
How I tried to get away from you now
Am I right if I fight?
That I might just get away from you now
Suck me!
I'm really digging schizophrenia the best of the earth
I've seized my soul in the fires of hell
Peace of mind eluded me, but now it's all mine
I simply try, but he wants me to fail
Feel it slipping away, slipping in tomorrow
Now I've found my happiness, providence of sorrow
No more lies, I got wise I despise the way
I worshipped you yeah Now I'm free, can't you see
And now instead I won't be led by you now
Free!
Megal0mania (Tema 4, lado A, Black Sabbath's SABOTAGE, 1975, when I was 7 y.0.!)
Luego, luego, prontito, la caminata y la entrada y salida fugaz de bares y màs precisamente de baños de bares, avanzaba rauda como avanzan raudas todas las noches incendiadas, taxativamente infermales, caminatas entre el vaho del ocaso de dos vidas sin mayores curiosidades.
Divagaciones varias, proyectos literarios infructuosos - porque con ellos y en ellos caminaba cansina la literatura inèdita -, remembranzas màs que insòlitas, anòmalas y tambien procaces, poetas perdidos - màs no olvidados -, nombres de mujeres ìdas, apelativos señeros, màs que nombres, esas cosas, y tambièn canciones, muchas canciones, sin mùsica, y en textualia desafinada, sì es que.
Dentro de la cabeza de Camel, entre tanto exabrupto arritmico de nervios apretados a presiòn, sonò de pronto una melodìa bereber, y el recuerdo de las buhardillas de unos bares en Marrakesh, y de allì, al recuerdo de OO, otro cortocircuito neuronal, lo derivò a "Nena Dàmelo", un rap percusivo y precursor compuesto e interpretado por aquel otro Pirata del Caribe, tambièn autor de "Carne y Sombra" y arquetìpico trashumante de caminatas en ciudades que eran todas la misma, donde para ir, habia que campear laderas, y màs precisamente, despeñaderos.
Camel, algo le habìa comentado a Cellestial de estas otras rutas, de otros tiempos en otros lugares, de otros andares proscritos y pre adolescentes, de bandas de rock en estricta precariedad, de ìnfulas e influencias, de amplificaciones y monitores estallando, de riffs como tribus de guajiros aullando en retirada, de parches de redoblantes remendados con pedazos de trapo y aporreados y sonando como quien da manotazos en una poza de aguas termales, de grupies como go-go girls con patines y yendo y viniendo de un sofà a una mecedora en el living donde se emulaba y tambien se inventaba otra forma orgiàstica.
Cellestial, muchas veces fingìa esbozar una sonrisa, o quizà solo hacìa su mejor esfuerzo para fingir que las temàticas dispersas le interesaban porque parecìan episodios de una empresa de conquista irreproducible, por lo irreproducibles que tambien eran los trofeos tras los cuales se iba en pos: aniquilar el astìo, sabotear toda sospecha de redenciòn, desmembrarse para reconocerse despuès a partir del olor de los pedazos y/ò meterse fuego, como ahora mismo y cada vez que caminaban juntos.
Lo ùnico certero para Camel, es que a màs de funcionar a la manera de un enfermero sin estetoscopio o guardespaldas armado con balas de salva, Cellestial era tambien, un tipo que sabìa escuchar sin chistar mayormente, y eso, a màs de cualidad o mèrito, valìa màs que la oreja cercenada de Vicenzo.
Alguna vez Camel se fastidiò mucho, y escabullèndose de Cellestial, y de la mas mustia versiòn de sì mismo, doblò intempestivamente una esquina hacia el rìo, y recalò en el recibidor de un burdel, y se apoltronò y se hundiò al mullido desamparo y al tumultuoso resguardo de un muslo maquillado y una teta efervescente, y cedièndole su tarjeta de redbank y la clave al mozo regente, pidiò de todo, y derrochò vitalidad y tambièn fundiò a bilis la marca de otra efemèride en el calendario de las amnesias.
Otra vez, Camel se volviò a fastidiar de todo, e invitò a Cellestial a recalar en la pieza de la pensiòn de turno, y entre las brumas y en el umbral de la madrugada, supieron reconocer su cuerpos tendidos, el de Camel en el camastro, el de Cellestial, al piè del camastro, sobre la alfombra, apenas resguardado de la intemperie compartida, por las mismas vestimentas de calle: un clochard, dos clochards, un clochard y un linyera, un linyera y un indigente, pero nunca una pareja de homeless, hasta que la casera septuagenaria terminara de desgastar las cuentas del rosario y el mascullar, y el mirar sumiso al cielo raso, y dijera el ùltimo amèn convencida que una paga oportuna no pagaba la sospecha de la falta de decencia, y a la mañana siguiente, los echara a ambos, sin dirigirles la vista.
Ajenjo, etileno de cocaina, esa sensaciòn imprudente de vaivenes, los sentidos desde dentro de una escafandra, bucear la atmòsfera impostandole una cuota extra de densidad al aire nocturno, ajenjo, absinta, obsesiva decadencia, Artaud, "Verlaine boit/Habrà siempre putas en las esquinas de las calles,/conchillas perdidas en las costas estelares./Una tarde azul que no es de aquì ni de la tierra,/por la que pasan los taxis como abejas enloquecidas./Pero gira menos que en mi cabeza confundida/la piedra verde del ajenjo en el fondo del vaso/en el que bebo la perdiciòn y los truenos/del juicio del Señor que calcinarà mi alma desnuda./Oh! De què modo los husos torcidos de las calles/entretejen a los hombres y las mujeres/como una araña que tejiera su trama/con los filamentos de las almas descubiertas."
Alguna noche, Cellestial preguntò a Camel què libros leìa por esos dìas. Camel, con mal disimulada petulancia, le contestò que leìa "El Mendigo Chupapijas" de autor argentino, cuyo nombre no recordaba - pasaba que Camel cuando recordaba los tìtulos no recordaba los nombres de los autores y cuando recordaba los nombres de estos, no recordaba los tìtulos de los libros -.
Cellestial supuso que Camel le referìa a obras imaginadas, y por cierto aùn no escritas, que le jugaba una chanza, o simplemente le gustaba escandalizar.
Tiempo despuès Cellestial, encontrò en una librerìa de usados un ejemplar de "El Mendigo", escrito por un tal Pablo Perez en editorial "Mansalva", cuando lo tuvo en sus manos, recordò que Camel muchas veces le decìa que habìa que ir a por "el imaginario màs salvaje", que acaso la vida y el arte como "work in progress", "la escritura automàtica" ò "los cadàveres exquisitos", no eran solo otras formas de capturar el espìritu de la itinerancia y del exabrupto, al otro extremo de la captura de lo imposible, a la manera del inodoro de Duchamp.
Camel a veces sugerìa la abdicaciòn a las categorìas estèticas - formatos estàticos -, y a los sistemas de clasificaciòn, postulaba por la recreaciòn conciente e inconciente de un "imaginario personalizado" al que habìa que someterse para vitalizar las rutas personales.
Camel resentìa de la vida como proceso de bùsqueda, para Camel cualquier forma sectaria que implementara metodologìas introspectivas, le merecìa sospecha, incluìdos por supuesto, los yoguies, las tarotistas, y los militantes de todas las religiones.
Los postulados de Camel no formaban parte de un constructo estructurado de clasificaciòn - o desclasificaciòn, dado el caso -, personal, porque estando con Camel mucho tiempo, era fàcil enterarse que muchas de las veces se desdecìa, y otras, incluso antagonizaba con sus argumentaciones anteriores, pero era còmodo estar con èl, pues nunca intentaba siquiera justificar sus inconsistencias, y tampoco iba en defensa de alguna postura especial.
Camel, ciertamente gozaba escuchàndose a sì mismo, profiriendo en formato de consignas y panfletos al desuso, epìtetos tan groseros, y por supuesto, tan blasfemos, que una vez proferidos, resultaban irreproducibles de acuerdo con la sensaciòn que le provocaba la palabra "pudor" a Cellestial.
Muchas veces, y en proceso de emborracharse, el andar con Camel, primero resultaba engorroso, y luego abiertamente incòmodo, pues acometìa a piropos delictuales a las transeùntes y a las tenderas, adulaciones que aludìan siempre, y sugerìan claramente, a invitaciones a una sesiòn de sexo bucogenital - "chupar coño", la fijaciòn obsesiva de Camel -, y tambièn una salida de madre pseudo antifàlica y abiertamente freudiana.
"Freud y su mutaciòn genètica para el alumbramiento de Lucian, uno de la trilogìa pictorica de cabecera, que se conpletaba con Bacon - el carnicero -, y Auerbach", habìa mascullado alguna vez Camel, mirando al vacìo y mordiendo el filtro de su cigarrillo hasta partirlo.
Cellestial sabìa tolerar la discursiva megalòmana de Camel, su "incoherncia lùdica", su "verborragia infame", como el mismo Camel habìa insinuado alguna vez.
Respecto a recomendaciones literarias o musicales, a Cellestial le parecìa que Camel, a pesar que era un tipo que se habìa tomado su tiempo en leer los clàsicos del canòn, era insufrible como referenciador: remitìa a "Los Sorias" de Laiseca por sobre Proust y Joyce, y remitìa a los ejercicios crìticos de un tal Daniel Link por sobre Harold Bloom o Noam Chonsky.
Cellestial no sabìa siquiera sì Link y Laiseca existìan, pero igual se reservaba una cuota de credulidad, pues habìa corroborado la existencia de Cèsar Aira, por un tiempo referencia monotematica de Camel.
Camel temìa arrastrar a Cellestial a sus pretendidas profundidas abisales, primero porque a pesar de ser un tipo de contextura fuerte, para arrastrar a Cellestial se necesitarìa una yunta de bueyes o de una jaurìa de perros esquimales, pero màs que todo, porque Camel desconfiaba de cualquier forma de liderazgo y de todo emprendimiento mesiànico guiado por una sola mente, y siempre diseñado por otra diferente de la implementadora, pero aùn màs, porque consideraba que llevar a alguien "de la mano" implicitaba una forma de subordinaciòn, no solo conductual, sino creativa.
Camel entonces instaba e inducìa colèricamente a Cellestial, por cariño al uso, o por acostumbramiento, a que generara su propio "imaginario salvaje" para vitalizarse.
En suma, las interacciones virtuosas serìan las resultantes de las vitalizaciones y revitalizaciones personales de los "imaginarios salvajes" de cada uno, nuclearse en esos imaginarios, caracolearse lùcidamente sin vacilaciones , no permitir dejarse inventar la vida por otros, cualesquiera otros de los que solo habrìa que disponer entonces para prodigarse de satisfacciòn sexual o alguna otra forma de provisiòn logìstica, un postulado burdamente romantico, pero instigador.
Un "imaginario salvaje", como el derrotero sin freno que premedita la inevitable corrupciòn de las carnes expuestas al descampado, ponerse a tiro de blanco, dejarse comer impasiblemente como carroña, mal aventurarse lo màs pronto posible hasta un punto en que el miedo - el pànico inconmesurable -, se torne la ùnica sensaciòn plausible, ir trepando a las copas a contraluz por el tronco de vèrtigo de los dìas sin agazaparse en ninguna sombra, evadir con fervor, cualquier posibilidad de regazo, hasta irse sintiendo languidecer, hasta ir quedàndose ciego, porque seguir mirando ya duela, - y abrir las garras de golpe, y desdentarse tratando de seguir aferrado, y caer de golpe y porrazo, desabrido y desvencijado entre las raìces superficiales y los frutos magullados,y yacer allì, mustio y maltrecho, orgànicamente quieto, inerte -, duele màs.
De cualquier forma, Camel solo ostentaba de su particular aficiòn a emular una extrema forma de sordidez con palabras, y no efectivamente a darse de bruces contra la inmundicie que pregonaba como forma de vida, habìa una cuota de mariconada en su discurso, llegò a pensar Cellestial, pero nunca se lo dijo.
Camel no era un tipo de fiar en tèrminos de referencias biografìcas, actuaba, se conducìa, como un biopic con bifurcaciones, un dìa, segùn su estado anìmico, referìa de sì mismo, roles protagònicos en bùsquedas impertinentes y atropelladas en otras latitudes, sitios siempre preñados de precariedad, incluso paisajìstica, bùsquedas siempre redundantes en fracasos tragicòmicos.
Otros dìas, de menos pesadumbre, referìa de sì mismo, parentelas de altìsima alcurnia pseudo aristocràtica, de ascendentes que siempre bordeaban la genialidad pero que tambièn siempre padecìan de incurables enfermedades, todas plagas endògenas desbordantes en sìntomas de autodestrucciòn.
De cualquier forma, a màs de la sangre hablada, o del vocablo sangre, a Camel no se le podìa imaginar con sangre en las manos, o pròximo a un cuerpo sangrante, nunca se referìa a otro episodio sangriento que no fuera el relacionado con reventarse por dentro, con venas apretadas en sangre, con venas obstruìdas de coàgulos intermitentes, o de nervios como pasadizos como conexiones fallidas en un enjambre de avispas.
Camel, a primera impresiòn parecìa un provocador bastante fanfarròn, o un dandy pueril de la màs insufrible petulancia, pero tambièn podìa hacerse pasar por un tipo bastante amable, alguien con quien se podìa estar un tiempo còmodo de silencios sin mayores exabruptos.
Camel jugaba con su propia impredecibilidad, al parecer inmanejable incluso para sì mismo, esta noche emprendiendo una jornada de intoxicaciòn hasta la pèrdida total de la conciencia, esta otra, apaciblemente ausente, pero sabiendo estar, en la mesa de un cafè cualquiera, leyendo algo, siempre leyendo alguna cosa, o simplemente, aguardando reflexivo, siempre fingiendo que esperaba a alguien, o quizà solamente esperando una idea a punto de cuajar en una secuencia de palabras.
Camel, alguna vez le hablaba a Cellestial, de un mundo privado de los simbolismos como la manera de entretejer relaciones personales entre la idea de lo fugaz y lo fatìdico, o la manera personal de poner en contacto la idea de condena y la idea de devenir colocàndose uno mismo como eslabòn intermedio, pero en el punto justo, donde caer significaba resignarse o caer solo significaba redimirse.
Esos juegos de palabras voraces, que se comìan unas a otras desestructurando un conversatorio para reestructurarlo como otra forma ambigua de relacionarse, un fraseo tan veloz y tan inconsecuente como un torrente de miradas dispersas, como un miramiento desde donde nos miran los otros sin darnos cuenta de sus miradas, ojos desde otras òrbitas apoltronadas en otros cràneos, retroalimentadas por otras sensaciones, ojos de miradas asesinas reptàndonos, desdibujàndonos para retrazarnos incompletos en el orden antiestètico màs preciso, ojos desde miradas estràbicas y daltònicas, ojos pictòricos siempre dialogàndo insensatamente, casi al borde del llanto, desde el recuardo de una òptica de plasma como lienzo inacabado, palabras espurias, en cualquier caso.
Cellestial, la consigna serìa, una consigna mìnima: "leer todo, con la curiosidad y la golosidad ingenua de niños-vampiro", husmear, urguetear, manosear, en todos los resquicios accesibles, desdoblarse entre planos traslapados de lectura, saborearse en la degluciòn insaciable de los espacios hasta distorsionarlos, estrujarse la mirada, saberse siempre escondido detràs de los canceles oteando sin misericordia, a uno y otro lado, y quizà, tambièn hiciera falta, sentirse siempre perseguidos e ir siempre al acecho, estar atrapados en ese desbarajuste psicòtico de "èl" que se sabe siempre victima plausible de un criminal y a la vez en cualquier momento es capaz, de asestar una puñalada a un otro, que siempre resultarà ser un èmulo fantasmal de uno mismo, o tan solo una provocaciòn de uno mismo, para saltar de otro borde asestando cuchillazos al aire, a diestra y siniestra, como un loco que se autogasta una broma permanente.
Nunca hacìa falta rememorar algùn episodio previo, Camel y Cellestial vivìan en una especie de textualia ya agotada, de todo lo que habìan pasado, de todo lo que habìan atropellado, de todo contra lo cual inconcebiblemente se dieron de bruces, solo redundaba la misma visiòn que se repetìa sobre sì misma una y otra vez, nada avanzaba, y al mismo tiempo nada parecìa quieto, el movimiento no era sensorial.
C&C, apelando siempre a la alteraciòn de los sentidos para desmadrarse, para desatar sus estados de conciencia de las supremas dinàmicas del movimiento de los arquetipos, pretendiendo no moverse, pero tambien frenando de un manotazo las vueltas de tuerca de los remolinos y las espirales dentro de las cuales ascendìan y descendìan los vapores y el vaho exhalado por sus cuerpos intoxicados hasta la efervescencia.
C&C, cuando intentaban referir alguna cosa, una situaciòn, delinear un personaje, reproducir maquillada una instancia acaecida, siempre fallàban recalando torpemente, pero sin aflicciòn, en la puesta en escena burdelera, esa, donde todos los shows de todas las noches son el mismo:
el show que siempre creyeron ver, desde sus mentes rapidìsimas, instigadas desde abrevaderos de comejenes que se les filtraban por las fosas nasales a tomar de los manantiales siempre secos en sus oasis mentales.
C&C, un espejito, otro espejito, un espejismo, otro espejismo, el lugar, la secuencia, los colores, todo difuminado, reflejado uno en el otro, uno encima del otro, oblicuo, transversal, sinusoide, como olas de grafìas en las pàginas de libros que son mares, con mareas sin relieve, imàgenes sordas, imàgenes vacìas, pero que a veces podìan decirles tanto, sopladoles al oìdo, y condenàndolos.
Pretensiones, ninguna, perder, perder, perder, perder, perder, atravesar un ocaso por su hueco màs transparente, por donde se resbala a otro ocaso, salir de la gruta, entrar en la gruta, delirio, mitocondria, arrumaco, llanto al fin, palabras màs, palabras menos.
"- Mi querido Cellestial, historias hay infinitas, pero pretender inventar una mìnimamente novedosa es iluso, las historias son el resultado de las confluencias còsmicas, leìa por allì que respecto del cosmos, solo se pueden tomar dos posiciones, una dogmàtica, u otra descaradamente, descarnadamente, escèptica, ergo, hay historias dogmàticas o historias escèpticas, las dogmàticas son historias de ideas, las escèpticas son historias de impostada incredulidad, primero las historias del dogma, de la fe, las historias dictadas por los profetas, y luego las historias del fastidio, de la antirevelaciòn, las historias sobre profetas chantas, historias sobre curanderos, magos, espiritistas, brujos y autores de libros de autoayuda, de comprobada debilidad misògina, pedòfila, homofòbica o filofòbica, a segùn -", habìa dicho Camel esa noche, y ademàs agregò: - nada que hacer -.
Cellestial y Camel, lueguito se quedaron dormidos en la banca, cuando despertaron, les habìan robado, a Camel las botas vaqueras y a Cellestial, una sola zapatilla.
El amanecer, el crepùsculo, el ocaso, avanzan hacia la noche, perder!, otra estupidez, perder solo porque muy inconcientemente, pero muy, muy inconcientemente, allà a lo lejos, donde la silueta del jinete se pierde de vista detràs de la loma, en un sueño, se sigue apostando a ganador.
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