Craziness beyond frontiers

Friday, December 21, 2007

Los Viejos Muchachos...

Los viejos muchachos no van ya de cipotes, o cabronazos,van, unos de celibes ceremonias cibernèticas, de lecturas trasnochadas y de agudos percepciones sociològicas a partir de la parrilla programàtica televisiva, y sobre todo del dicernimiento en calma monasterial.


Van otros por allì, intentando cerrar ciclos interestelares, deshinibidos ya, totalmente sueltos de sus correas con carnè y certificado de vacunaciòn, emprendiendo amorìos intragenèticos que luegos seràn otros ciclos abiertos para cerrar y asì poder seguir yendo.


Los que se fueron, vuelven ya a por su cuota de resignaciòn a husmear entre las cenizas de lo que fuè y solo queda en la memoria fantasmal, y de lo que aùn queda en cada calle, en cada cuello roto y en cada peldaño vacìo.


No se sabe donde estan algunos, se sabe, pero nunca con precisiòn, y se prefiere creer que fueron a comprar cigarrillos a la pulperìa.


Se saben algunos en una plaza vendiendo artesanìas, pero tambièn se saben mudàndose constantemente de lugar, se saben solo con certeza, en archivos, digitalizados ya, que alguno podrìa tener, pero que no compartirìa con los otros.


Otros estàn, pero como ausentes, aun y cuando estèn cifrados en nùmeros de telèfonos mòviles y ya no haya que quedar en algùn sitio a alguna hora para encontrarse, y su ausencia no es provocadora, es solo que cuando contestan quedan de quedar y luego nunca llegan, y cuando llegan, solo llegan por casualidad, aunque en un tiempo incierto, aunque siempre en un lugar comùn - tan comùn -.


Alguno merodea por allì, al timòn, por las esquinas de los travestìs, pero no se confiesa pervertido, sabe siempre muy bien que la consigna es sonreir, con esa risa que escandaliza y que contagia, reirse de cualquier pendejada, de la misma pendejada rememorada o de lo pendejo que ahora piensa que fuè, cuando se tomaba tan en serio subiendo la misma cuesta o saltando el mismo tapial.


Quièrase o no, lo sepan o no, y aunque lo sepan y no lo admitan, todos estan emparentados, todos son despojos, uno del otro, en las mesitas de luz de cada uno, todos entretejen la trama de la incandescencia y la opacidad, a segùn la nostalgia o el desenfreno, en decenas de cuerpos de mujeres desnudas, de tantas etnias como comarcas, que los recibieron ensartados temblorosamente.


Son tremendamente corteses los unos con los otros, dudan de la exactitud de todo dato, pero ya no dudan el uno del otro, y hasta callan con cortesìa y conceden mudos a las versiones imprecisas del otro, se hablan, pero a retazos, en frases truncas, que antes de terminar empiezan a ser otra frase trunca.


Ya no van de copas, no podrìan, son otros, no lo fingen, lo transpiran y lo exhalan, saben que ya no hay impostura capaz de disfrazarlos de ellos mismos, ni tan lùcidos ni tan transparentes, duermen incòmodos aùn pero a sabiendas de que sus sombras en la cueva de cada uno ya nada tiene que ver con ellos.


Ninguno se inmuta, y hasta admiten sin petulancia, gallardamente, que sus escàndalos personales son inenarrables, - intolerables ya -, y ademàs son extremadamente difusos.


Misteriosamente, cada uno sabe del otro, en itinerante solidaridad, que los otros siempre estaràn, ¡quièn putas sabrà donde ni como!, pero estàn por allì desperdigados en sus esencias animales.


Y aunque la mayorìa de las puertas permanezcan cerradas con un candado del que ninguno sabe donde està la llave, ya ninguno se atreverìa a violentar cerrojos o a dinamitar umbrales, si acaso golpearìan con discreciòn, y sin ningùn convencimiento volverìan sobre sus pasos, no ya a darse de bruces, sino a perderse en la multitud de sus paranoias inexorables.


Los viejos muchachos pintan canas del mismo marfil marmoreo de la leche con que todos fueron amamantados, algunos recuerdan el nombre de sus pediàtras, y otros prefieren recordar solo una calle, una cama, o una pared que ya no està, porque allì, ahora mismo, saben hay un hospital, un cuerpo extraño, o un paisaje desolador.


Ninguno redime a otro, no hay redenciòn, huelga buscar alguna posible, porque ya ninguno huye, les falta la respiraciòn en retirada, y ninguno se precia de su record de salto de vallas, son todos, cada uno, atletas de alto rendimiento en una competiciòn que no premia, condecora o granjea respeto colectivo.


¿Alguno recuerda la textura del vientre de la mujer sobre el que recostaron sus cabezas mientras le hablaba cada uno de aquel otro, tan loco, casi mas loco que èl?


Las pibas, las minas, las tias, las chavas, las itas, las feroces actrices que abrazaron sus modorras tropicales en todas las latitudes disìmiles posibles, algunas noches los recuerdan con sorna, con desazòn y con una cuota mìnima de arrepentimiento, nunca convocandolos a volver - ni a palos -.

Y es que los viejos muchachos bajaron de los cerros, subterfugiamente se dejaron resbalar entre los matorrales de las laderas y recalaron cada uno en sus fondos abisales para acariciar el dorso de una sirena, una foca o un pez martillo y luego reptaron destruyendo desde la corteza los corales y dejando, a su particular manera, su propia estela de sangre.


Tan adoloridos a veces de maltrechos, se dejaron, afiebrados, aplicar compresas y tomar la temperatura, suturar el antebrazo o la frente, no se dispone de evidencia cientìfica de ninguna caricia.


Los viejos muchachos comulgan, y màs que comulgar, tragan el àcido sabor de un estètica aguardentosa, nada que hacer, cuando llega a las tripas las lascera pernoctando en ellas hasta terminar de dilucidar el camino mortuorio de la irremediable, irrecuperable, fecalidad, a muchos la degluciòn les ha tomado dècadas.


¿Dònde estaban los viejos muchachos cuando estaban solos, cada uno frente a un espejo y nada alrededor olìa a tierra mojada, a mentolina o a lìquido de frenos?


¿Dònde estaban los viejos muchachos cuando estaban cada uno en un aviòn, en un cuarto de baño, en una madrugada invernal o en el nido de una catapulta desvencijada?


Y quizà, pero solo muy improbablemente....and now they found their changed their minds...and every now and then they feel so insecure...and they do appreciate - each other - being around...

and now their lives have changed in so many ways....and they are feeling down and they - need to - get their feets back on the ground....y se sienten un poco embaucados, un poco pasados a llevar y un poco acobardados...y cierran los ojos y fruncen los ceños y apretan los nudillos, y apagan las luces y no se escucha ninguna guitarra....solo un sonido de mareas en insoportable loop....


Zè Bartlett







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