Libro de Quejas...
Libro de quejas.(*)
A veces sordamente, a veces de modo desembozado, la queja es apelación a otro al que se conmina a dar consistencia a un reclamo. Lejos de pretender la salida de un lugar que atrapa, es la manera de hacerle sentir su inmensa culpabilidad y así gozar del sufrimiento, en la convicción de que está dedicado a una venganza sin fin. A menos que la queja sea abandonada, y con ello se desarme la escena. ¿Es posible prescindir del libro de quejas?
No es posible si obedecemos al obcecado superyó; si al momento de vivir la vida nos duele una condena moral, siempre dispuesta a activarse. Es preciso atravesar ese andamiaje, desarmarlo en acto. A veces ha de ganarnos el miedo a prescindir de nuestra religión íntima, pero no es imposible, por momentos, alcanzar esa realidad. Si así no fuera, Liuba María Hevia no habría podido escribir su poema sobre la ausencia que posibilita la palabra nueva, la sin queja, la de la aceptación de los dolores vitales que abren paso al encuentro inusitado.
Ausencia gaviota
El dolor, en su fundamento, expresa la inmediatez de una ausencia, que puede vestirse de variadas formas y tomar cursos diversos.
El tema “Ausencia”, de la talentosa cantante y compositora cubana Liuba María Hevia, lo expresa de modo inigualable:
“Hay ausencias que son como el olvido,/ que empolvan madrugadas y semillas,/ que se fueron perdidas a esos mares/ donde nunca podrán hallar la orilla./ Hay ausencias que rozan con el alma,/ mariposas celosas del espacio,/ austeras prisioneras de las flores,/ que te ponen su miel para los labios./ Ausencia, remoto fantasma/ que violas las puertas, que cantas,/ que gritas al cielo esa voz/ que has llevado contigo,/ que escribes tú la canción que falta,/ que siempre nos recuerdas la distancia./ Hay ausencias gaviotas que te salvan,/ que desdeñan fronteras y estaciones,/ que rondan las paredes, las palabras,/ dibujando la fe con sus crayones./ Hay ausencias que te hablan de un mañana,/ que se tornan de todos los colores,/ que te ponen el mundo en la ventana/ y de esperanza llenan los balcones./ Ausencia, remoto fantasma/ que violas las puertas, que cantas,/ que gritas al cielo esa voz/ que has llevado contigo,/ que escribes tú la canción que falta/ que siempre nos recuerdas la distancia.”
Hay ausencias que, si queremos encerrarlas en el olvido, nos condenan a no hallar otra orilla para el dolor, pero si se liberan, transformadas en mariposas del espacio salidas de sus capullos, son capaces de miel. Y están las violadoras de puertas que se abren al canto y olvidadas del olvido escriben lo que falta, y hay gaviotas de la ausencia, dibujadoras de una confianza que nos salva, rondadoras de paredes, de palabras. Y entonces la ausencia anuncia el mañana esperanzando balcones, trayendo el mundo a la ventana. Hermosas, sutiles metáforas que trazan el curso que va desde el dolor que ahoga madrugadas al recuerdo de distancias capaces del acto nuevo.
(*) Extractado del trabajo “Dolor y queja”,Carlos D. Perez.
Foto y "Ausencias" manuscrita:cortesía de http://www.liubamariahevia.com/
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