Craziness beyond frontiers

Monday, December 24, 2007

¡¡¡ Domesticar al artista !!!


Todos los espejos dan al parque,
por todas partes voy buscando un parlante,
todas las palabras son los hombres,
por todas partes voy buscando así,
solo con mi ruido de magia,
brújulas de cuerpos para amar,
por todas partes van buscando un parlante,
en el silencio se oye un inmenso parlante....

"Parlante", Spinetta/Piel de Piel - Del Cielito (1990)

"¿Cómo reconocer una obra de arte? ¿Cómo separarla, aunque sea sólo sea un momento, de su aparato crítico, de sus exegetas, de sus incansables plagiarios, de sus ninguneadores, de su final destino de soledad? Es fácil. Hay que traducirla. Que el traductor no sea una lumbrera. Hay que arrancarle páginas al azar. Hay que dejarla tirada en un desván. Si después de todo esto aparece un joven y la lee, y tras leerla la hace suya, y le es fiel (o infiel, que más da) y la reinterpreta y la acompaña en su viaje a los límites y ambos se enriquecen y el joven añade un gramo de valor a su valor natural, estamos ante algo, una máquina o un libro, capaz de hablar a todos los seres humanos: no un campo labrado sino una montaña, no la imagen del bosque oscuro sino el bosque oscuro, no una bandada de pájaros sino el Ruiseñor."
"La traducción es un Yunque" - Roberto Bolaño.

El artista, preferiría pasar la antesala a la noche de navidades, solo, en una de las "canastilla para dos" que se escurre chirriante sobre los rieles oxidados de una pequeña montaña rusa -con apenas 5 metros de caída mortal -.

Ese parque de diversiones improvisado y pobrísimo que ha visto funcionando en un predio aislado frente a una distribuidora de autos japoneses, le ha parecido, además de perfectamente precario, también iluminado de manera consistente con su humor melancólico de la víspera.

- Le ponemos un bozal, tiramos de la correa, y esperamos a que termine de chorrear sus espumarajos -.

El artista y sus pulsiones artísticas y su condición de tal, de artista.

- Lo amaestramos pacientemente, le enseñamos a levantar una patita, la otra, y luego le servimos su bowl compensatorio repleto de pellets Pedigree -, pero el artista es, y serà simpre, el artista, y porfiado como el solo, esperará pacientemente el día en que alguno se olvide de cerrar la reja, y saldrá a la calle, y correrá babeando y jadeante tras las ruedas delanteras de cada auto o camión que pase, ladrará, ladrará desesperadamente, parecerá incansable hasta el atropello, no atienderá a los silvidos, porque solo él parece saber que ninguna goma de ninguna rueda huele igual, porque su desesperada avidez olfativa no va de neoprenos, va de oler en las ruedas los olores de las rutas recién transitadas.
El artista no se soporta a veces y entra en mustios periplos de disciplinado insight, algo en él le da muchísimo miedo cuando el fastidio, o la indiscriceción, le sorprenden ya de paseo por las plazas del barrio, - no entendemos por qué solo sale de su casita de artista, a buscar comida y a cagar en el lugar designado para cagar -, y se le encuentra entonces echado con la mirada apagada, y no hay forma de volverlo a las rutinas del jugueteo, ni con caricias en el lomo, ni volteandole el pelaje sobre la cabeza, ni aún lanzandole a lo lejos las ampulosidades porosas de su hueso favorito: el hueso pavloviano por excelencia, el hueso santo, el hueso grial, el amuleto insingnia de su domesticación.
El corazón del artista es conmovible hasta el patetismo, absurdamente conmovible, luego, luego se entrega a la conmoción más irracional, y así cae presa de una chica de provincias, y pone en irremediable suspenso su vida de artista, para exclusivamente dedicarse a la dicha de presenciar diariamente, y en lo imposible, siempre contribuir a la satisfacción de los melindrosos caprichos propios de las chicas de provincias: viajar a lugares donde las vidas de provincias se pueden olvidar facilmente, - de preferencia a lugares donde no se hablen los idiomas provinciales para después volver e incorporar temporalmente a las conversaciones los giros y vocablos foràneos aprendidos en claro signo de cosmopolitismo -,y también comer muchos chocolates confitados de colores M&M.
El artista, condecendiente hasta el sufrimiento, también se deja conmover hasta el llanto, con la risa y con el llanto de las chicas de provincias, con la presuntuosidad con que las chicas de provincias quieren ser chicas cosmopolitas a toda costa, y de todas las ciudades cosmopolitas costeras, y abrumado en escalofríos de conmoción, a penas siente que puede descifrar de que se trata todo cuando las chicas de provincias le hacen esperar para sorprenderlo y de pronto salen de sus cuartos de baño vistiendo un baby doll, lila o burdeos.



El artista piensa que los baby dolls, lilas o burdeos, que usan las chicas de provincias para sorprender a los artistas insolitamente conmovibles, parecen los mismos baby dolls que vestían las barbies con que jugaban las chicas de provincias no hace mucho, cuando aun, y a suaves penas eran niñas de provincias, y este pensamiento lo perturba, lo angustia y casi lo aniquila en su ingenua sensiblería de artista que no sabe cuando las chicas de provincias dejaron de ser sus barbies y se volvieron a imagen y semejanza de sus barbies - y es que algo en el ambiente huele a vaginas húmedas de chicas de provincias y algo también huele al plástico cutáneo de las barbies, quizá muy parecido al neopreno de las ruedas de los autos en la calle -.

El artista inconmesurablemente conmovido, trepa entonces sobre los cuerpos larguísimos y pseudo atléticos de las chicas de provincias, asiendose de sus inconmensurables caderas de nadadoras de fondo, y va penetrando sus coñitos depilados en triangulito con suaves cadencias de muchísima ternura.

Pero las chicas de provincias ya han sabido aprender a comportarse para parecer irredentas, se han instruído televisivamente en el lenguaje de la obcenidad de los efímeros penetrones de las chicas de las ciudades cosmopolitas y han practicado con sus novios de provincia durante sus adolescencias provincianas; pronto aullan soezmente: ¡pico!, ¡leche!, y tomando la iniciativa voltean el cuerpo del artista y se lo montan a horcajadas frenéticas sintiendo más la dicha de quien toma el control que la dicha de la penetración del artista impávido y continente in extremis para dejarlas gozar a su antojo, y no defraudarlas con una descarga prematura.

Porque el artista siente, por sobre todo, en su burda sensiblería, que solo desear penetrar los cuerpos de las chicas de provincia no es artìstico, el artista, ama a las chicas de provincias.

El artista, más lupus que canis al final, se deja estar todo lo que puede, pero claudica irremediablemente dentro de los coñitos depilados en triángulito de las chicas de provincias, y es entonces cuando las chicas de provincias parecen de verdad empezar a gozar de una manera genuina, y empiezan a saltar de otra forma, de una forma de una perfidez casi diabólica, y es entonces cuando el artista sospecha que su sincronía anímica de artista conmovible en nada es compatible con la idea sincrónica que tienen las chicas de provincia sobre las desalmadas sincronías copulativas que debe tener una chica cosmopolita cuando utiliza el pene de alguno para saciarse, o más probable y frecuentemente, un vibrador rosa a pilas y con silenciador.


El artista, en extático desvanecimiento ya, y más vulnerable que nunca, recuesta su cuerpo de artista conmovido junto al cuerpo - solo aparentemente saciado de las chicas de provincias -, y muy mimosamente, les acaricia el cabello con trazos lentos, como dejando escurrir sus mechones entre los dedos, y cuenta dos, tres, cuatro docenas de caricias, y sobre el recorrido de algun trazo se siente acariciando la cabellera de las barbies de las chicas de provincias cuando a sutiles penas eran aùn niñas de provincias.

- Llevamos a vacunar al artista según el programa de vacunación vigente aprobado por el organo competente de la sociedad veterinaria local para la erradicación de la rabia -.

Y cuando las chicas de provincias duermen ya sus cuerpos desnudos pudorosamente arropados, el artista en su conmoción se incorpora, camina al living del pequeño departamento que comparte con las chicas de provincias, se sienta, aún desnudo, y por supuesto descalzo, en el único sofá, prende un cigarrillo y fuma mirando con los ojos llorosos y el pene húmedo y flácido, a través de los ventanales de los departamentos de los condominios contínuos, y se siente ir impregnandose por todo el humo exhalado que se desparrama sobre sus hombros descendiendole por el pelaje hasta inundar la alfombra.

De otra parte, las chicas de provincia, en su pose itinerante de chicas cosmopolitas, saben maquillarse y vestir de una forma en que lucen un tercio mujeres de mala vida, un tercio a sediciosas penas niñas de provincia y un tercio diligentes ejecutivas financieras de una gran corporación urbana.



El artista desagrega su conmoción por las chicas de provincias en sus tres dimensiones físicas aparentes, pero su conmoción realmente pende de la cuarta, que no es otra que la yuxtapuesta de las tres primeras con la pose doméstica de la diligente pro-madre, que cocina pacientemente y pone la mesa con decoro, y sirve guisos exquisita y delicadamente preparados como solo los saben preparar las madres o las tías de provincias de las chicas de provincias y que les han legado capitularmente a las chicas de provincias, en los instructivos matriarcales provinciales.

El artista, adicto ya a su conmoción, ya no es màs artista, mucho menos lobo o can, y se desdice en las frases hechas con que hablan las chicas de provincias, y se enmudece en los giros, interjecciones, modismos y modales con que comunican su displicencia por las otras chicas de provincias, las chicas de provincias, y se desdobla en las simples y a la vez complejísimas disquisiciones de las chicas de provincias sobre lo mundano, y nunca lo divino, y aprende a aparenter querer a los amigos de provincias de las chicas de provincias, y aún más, a sus ex novios adolescentes de provincias, y cada tanto, quizá solo esperanzado por la promesa de volver a ser sorprendido por la chicas de provincias saliendo del cuarto de baño y vistiendo sus baby dolls, lila o burdeos, contiene fumando frente al ventanal, con la mirada humedecida, y el pene flàcido y convenientemente enfundando en la resequedadd de sus calzoncillos grises, en el ùnico sillòn del living, su conmiseración por sí mismo.

Con las chicas de provincias, a la manera en que hacen y omiten las chicas cosmopolitas, solo se folla cuando ellas lo disponen.

Y es que las chicas de provincias, siempre argumentan falta de interes sexual por ellas de parte de los artistas, y para ello premeditan y maquinan desmesurados tiempos de abstinencia que sustentan con los argumentos femeninos pedestres en esos casos, para elevar despuès su clamor al cielo, en epitetos siempre humillantes, pero dichos en voz baja, por las prolongadas desatenciones amatorias de que eventualmente que eventualmente estàn padeciendo en su papel de ninfòmanas cosmopolitas desatendidas.

Los artistas entonces, a más de haber sido rotundamente domesticados por las chicas de provincias, - a partir y mediante sus conmociones por la cosmogonía tetradimensional de las chicas de provincias - , han sido confinados al máximo status de la demencia artística, de la cual tratan de escapar inutilmente, primero conmiserandose en solitario, y luego, escamoteándose en sus propias esencias, espolvoreandose y licuidificándose a escondidas como niños traviesos, niños delicuenciales, que más temen a la reprimenda por omisión e indiferencia de las chicas de provincias - a este punto pseudo madres, pseudo hijas, pseudo hermanas, y por sobre todo émulos precisos de las madres de provincias de las chicas de provincias, en sus artilugios y en sus confabulaciones, y en sus pócimas pseudo psicológicas costumbristas pero abocadas totalmete al ideal de un mañana indudablemente cosmopolita, a la manera de Constantinopla invadida y saqueada por todas las tribus, por todas las hordas humanas, a la vez -.


Las chicas de provincias ostentan, ejercen, imponen e instituyen las reglas estrictas de sus controlados juegos amatorios, al inicio, una vez identificado el artista conmovible, le seducen impenitentemente, acorranlandolo sin pausa con los gráciles aleteos entomológicos de mariposas que revolotean sobre los jardines al pie de los monumentos cosmopolitas de las ciudades cosmopolitas.

Luego, pasado un tiempo, les permiten besarlas, en la boca, en el cuello, y luego, pasado otro tiempo, les permiten visitarlas, y recostarse en sus camas a ver algun episodio atrasado de Sex and the City en el cable, y luego pasado un tiempo tenso, les permiten desnudarlas, y pasado otro tiempo tensísimo, les permiten amamantarse de sus pezoncitos diminutos, y lamerles a durìsimas penas los conchitos depilados en triangulito - mínimamente porque les provoca cosquillas y muchas risas anti-sexys -.

Y en el tiempo más tenso de los tiempos tensísimos, les chupan las vergas conmovidas, pero en ristre como pijas de canis lupus familiaris por natura, y finalmente, en un tiempo estirado al límite de ruptura de la resitencia mecànica del magma, asestan su artero golpe magistral, su giro de tuerca letal, y les impiden penetrarlas argumentando estar enamoradas, y comprometidas, con chicos de provincias, que son sus novios provincianos que se fueron, a pesar de ellas y a pesar de todos los asuntos de provincias, a ciudades cosmopolitas donde se hablan otros idiomas, para convertirse en auténticos chicos cosmopolitas.

Los artistas vulnerables de conmoción, se guardan entonces, sus penes erectos aún, y más que conmovidos por natura, desechos a la manera en que solo puede estar desecho un artista al que lo han pasado por cuchillo, no por la manzana de Adán, sino por los cojones, se marchan queriendo dar un portazo, pero solo mascullando chillidos resentidos como críos a los que se les ha negado la primera papilla del día.
Tocados más que nunca al centro de su conmoción, los artistas caminan calles abajo ya entrada la noche, van pensando irse de putas, pero por sobre todo van sintiendose castrados, incluso se meten la mano bajo el cierre de los pantalones para tantearse los testículos, y sintiéndolos aún allí, exhultantes y endurecidos de semen petrificado, se echan a llorar, y para peor aún, las chicas de provincias los llaman a sus teléfonos celulares para darles expliaciones y para pedirles comprensión, pero por sobre todo, para hablarles sin piedad, y para pésimo, en una esquina se topan con una clochard que les acerca una lata a manera de alcancía, para pedirles contribuciones para su cruzada personal de redención al abandono, una causa maldita: la de los perros callejeros.



Los artistas no se enteran, embriagados de conmociones acumuladas y traspuestas, y de pronto, están allí, en el sillón frente al ventanal, en el interin o en el suspensus, maquinan huídas magistrales inútiles, a la manera en que un perro extraviado maquina su fuga de la jaula de una perrera en una ciudad cosmopolita.

Los artistas no se enteran, las rejas de su prisión están forjadas de su conmiseración domesticada ya por las chicas de provincias, intuyen un final caústico, un final perfectamente cosmopolita, y en pantallazos de lucides, lo avisoran, pero los hilos de las redes y los materiales de las jaulas que los mantienen anfibiamente confinados están tejidos con los mismos hilos del bordado de los baby dolls de las chicas de provincias y sus barbies y están forjados, respectivamente, con los mismos polímeros sintéticos de altísima densidad de las gomas de las ruedas de los autos que persiguen los perros callejeros.

Los artistas inapelablemente conmovibles, sometidos ya a las reglas del ringside amatorio de las chicas de provincia, a veces, insolentes quieren jugar a pegar un upper cut para nock out a las chicas de provincias, más que para denotar desobediencia, para desmitificar vanamente de un certero único golpe, la impostura cosmopolita cuidadosamente fingida por las chicas de provincias, y es cuando, entonces, osan sugerirles penetrarlas perrunamente, pero las chicas de provincias, hiper concientes de que permitir esta osadía, tan solo una vez, atentaría contra el respeto de los derechos cosmopolitas de género, nunca lo permiten.
Los artistas ingrávidamente conmovibles les ruegan, de rodillas sobre el lecho, no solo extremando la clemencia con la pose genuflexa, sino solo acomodándose a la pose que exige la penetración de los coñitos depilados en triangulito por detras, sujetando las ancas de las chicas de provincias y dejandoles caer la baba sobre la espalda en el zipizape del delirio.
Pero las chicas de provincias se niegan rotundamente, acaso porque los límites del pudor amatorio de las chicas de provincias han de ser inapelablemente respetados, acaso porque las chicas de provincias considerarían pecaminoso, pero sobre todo asqueroso, ser sodomizadas.
A partir de allí, los artistas conmovibles entran en colérica estampida contra sí mismos, y a más de la rigurosa vacunación reglamentaria, se desbocan a los basurales callejeros de los barrios del hampa por las noches, no para comer las sobras de las sobras de la mierda, sino simplemente para dejarse degollar, lascerar y engullir por la plaga de pulgas y liendres y ladillas con que los contagian los perros callejeros que merodean y dormitan sus pestes en los basurales callejeros del hampa.
Nada de esto les vale, a los desvencijadamente conmobibles artistas domesticados por las chicas de provincias, vuelven con las colas entre las patas, a lamerles las pantorrillas recién depiladas con cera verde hirviendo a las chicas de provincias, les pasan timidamente sus lenguas secas y frías de hastío, y el vaho de sus alientos de alquitrán, y sus narices resecas de cal.

Y ellas, primero esquivando los lenguetazos suplicantes, pronto, con la delícadisima ternura de la que sabe que una mascota al final es por sobre todo un animal, les desinfectan y les suturan las llagas, les cepillan los colmillos amarillos y romos, los enfundan en un pulóver recién tejido con sus iniciales y los acurrucan en su seno, advirtiéndoles eso sí, que la próxima vez será la última, que la próxima vez será "causal de despido".
De cualquier manera, no quedaràn rastros, los artistas de la conmociòn son una raza confinada a la extinciòn en los vientres de las chicas de provincias, que como chicas cosmopolitas ejemplares toman aplicadamente todas las noches antes de dormir, su pildorita anticonceptiva con la mitad de una tacita de infusiones de hierbas - y solo en casos de extrema emergencia, de inexcusble olvido, salen raudas las mañanas siguientes a exigir su derecho al Postinor en la farmacia de turno de sus barrios -.
Ninguna otra cosa les vale, aunque premediten las peores atrocidades, para escamotearse de su condición de perros de presa devenidos en artistas domesticados por las chicas de provincia.
Hasta que una noche deciden enloquecer definitivamente, ladran, aullan estepariamente, y no muy concientes de las implicancias de su rabieta de cachorros destetados, y asistidos por una suerte de aleatoriedad como sucede siempre en estos casos, insinúan primero, pero luego declaran abiertamente, que mientras las chicas de provincias dormían sus unilaterales abstinencias sexuales, los artistas domesticados, se masturbaban a destajo mirando por los ventanales a los ventanales de los departamentos de los otros condominios, cuando la silueta gorda de otra chica, quizá cosmopolita de cuna, insinuaba movimientos de ponerse el pijama -nunca un baby doll -.

O cuando las siluetas de los de más arriba insinuaban que follaban - la de ella de pié, apoyada contra la pared y dando evidentemente el culo -, y aún más, durante el día, cuando las chicas de provincias no estaban y los artistas inmanentemente conmovibles se quedaban de sabuesos pastoriles, y entonces se asomaban, para masturbarse mirándole el desborde de las tetas por el escote de la blusa primaveral a las oficinistas de los escritorios de más acá de sus ventanas, - las muy putas, una tarde los sorprendieron y en lugar de cerrar la persianas, se metieron dos dedos en la boca -.

Y aún más, a toda hora, msn vía, haciendo desnudar por la web cam y masturbarse a su vez, a una filóloga maña, o simplemente desbordandose en el teclado con frases tecnicamente perfectas para la artera seducción cibernética a interlocutoras varias, ávidas de abstracto desenfreno.

La itinerancia masturbatoria excitada por la infinita galería de Moms I'd Like to Fuck en http://www.xxxvogue.net/ es perfectamente obviable, pues es un lugar común de absolución pecaminosa por convención internacional para millones de pervertidos que no son ni artistas y además no son capaces de conmoverse ni con la muerte de sus madres.

Contra eso nada, la administración de las dignidades de las chicas de provincias son sus potestades absolutas y sus derechos inclaudicables.

Las chicas de provincias dejaron empacar a los artistas visiblemente conmovidos, una tarde de domingo, por clemencia, esa misma noche, los acompañaron a emborracharse, ellas con tinto y frutilla, y ellos con cerveza y tambien tinto y frutilla, anduvieron por allí, despidiendo algo impreciso, se atrevieron a hablar, sin miedo ambos finalmente, con extraños habitués y comensales en las mesas de las terrazas de los bares.

Borrachos extraños que hablaban estupideces grandilocuentes sobre viajes a otras metrópolis, ciudades cosmopolitas de verdad, y las chicas de provincia a pesar del transe, no pudieron dejar de mostrar su fascinación - ¡la cosmópolis añorada! -.

Los artistas conmiserados por ellos mismos huyeron despavoridos sin saber lo que hacían, y solo sabiendo que se habían masturbado escondidos y con aplicada fruición durante muchos meses, y también se sabiendose metafísicamente domesticados por los chochitos depilados en triangulito de las chicas de provincias.
Primero deambularon por un balneario y un puerto, después huyeron a una verdadera ciudad cosmopolita cercana, pernoctaron en los basureros, languidecieron sus rastreros pasos hasta el despellejamiento, y una mala noche, una pésima noche, aún y cuando fingían todo resuelto, llamaron a la madrudada a las chicas de provincias para llorarles su desesperación más humillante: nada que hacer, las chicas de provincias se habían resuelto terapeúticamente ya, a la manera en como se resuelven las chicas cosmopolitas.
Aún más, los artistas lamentablemente conmovibles por definición, volvieron una noche a llorarles in situ a las chicas de provincias por permitirles dormir junto a ellas tan solo esa noche, no importaría el baby doll, no importaría nada que no hubiera sido antes porque ya no sería nunca, pero los departamentos de las chicas de provincias ya lucían como departamentos de chicas cosmopolitas de verdad, y ellas, por piedad, incluso, cedieron a los artistas impasiblemente conmovibles, besos, esquivos sí y poco comprometidos, pero besos, y hasta un par de abrazos, cuando empezaron a acariciarles el pelaje del lomo, se arrepintieron rapidamente, los artistas visiblemente inconmovibles dijeron se despidieron con un adiós sin convicción, a vagar sus inconvenientes vulnerabilidades por el tiempo y a esperar con el tiempo que la convicción llegara.



Llegó la antesala a la medianoche de navidades - le pusimos bozal y le apretamos el collar más de lo debido para apretarle un poco las gargantas para que cada bocado o trago le de un poco más de trabajo y con el trabajo se recuerde su plausible y perenme domesticación -.

Las canastillas de la montaña rusa de la precarieda' se han detenido, las luces nostalgicas del parque de diversiones pobrísimo se han apagado, los artistas conmovibles no se han masturbado más, nunca fueron propiamente infieles, ni siquiera embocando mínimamente las fauces - ¡las vaginas!, ¡ni lo quiera DIOS! -, de ninguna otra chica, a la manera en como las chicas de provincias les chupan las vergas a sus postulantes para seducirlos, siempre sin permitirles penetrarlas, so pena de fallar al compromiso con un chico de provincias, experimentando la experiencia de sentirse chico cosmopolita en latitudes cosmopolitas.

Las chicas cosmopolitas, aun y cuando solo lo parezcan y sean realmente de provincias, suelen ser despiadadas.
Todo está en silencio, caminan por las inmediaciones del parque de diversiones, muchas chicas de provincias, inconscientes absolutamente de lo que podría haber sido Constantinopla invadida simultaneamente por todas las tribus.

Debieran decomisarse todos los televisores en estas tristes comarcas, o al menos auditar sigilosamente la parrilla programática de las estaciones de tv abierta.

Sobre las influencias invasoras de las cosmopolis nada podemos hacer, ni aún en beneficio de los artistas evidentemente conmovibles locales - indefectiblemente todos -.

Los artistas conmovibles se han planteado aprender el fragilisimo arte de la ceramica, para tornear perfectos jarrones zen, y luego colocarlos en el lugar de los guardianes de los templos, con una preciosa flor adentro y quebarlos de un sablazo zen y sentarse allí mismo al menos por un rato.

El corolario es el corolario es el corolario es el corolario, es la parábola infinita de los días, de las noches, de los tiempos, que se repite sin misericordia, trazada bien arriba, por un cometa que pasa cada mil millones de años, pero no deja de pasar.

El artista hiperconmovible, como polen y mira una y otra vez Las Edades de Lulú ó Perro Andaluz (cine para coyotes), algunos días felices escucha incansablemente la figura fretless de John Francis Pastorius III en Come on, Come over (músicas para chacales).

Las chicas de provincias, inminentemente aburridas de sus provincianas vidas e insufladas en sus ínfulas cosmopolitas, emigrarán a metropolis insulares, ya no en busca de los chicos de provincias que emigraron antes, porque muy probablemente ellos ya se habrán estado apareando antes con auténticas chicas cosmopolitas.

Se les encuentra a las chicas de provincias, aburridísimas de los chismes de provincias sobre las chicas de provincias, llenando formularios de inmigración académica en las dependencias Consulares de los Países Cosmopolitas en las provincias.

Mientras hacen las filas frente a los mesones de atención de las dependencias consulares, las chicas de provincias, padecen alucinaciones, como añoranzas prematuras, con cuerpos esculpidos a sal y sol de surfistas rubios y pecosos que hablan en otras lenguas y que estarían siempre dispuestos a surfearlas a ellas.




Cortejo y apareamiento.


El instinto reproductivo conduce a los lobos jóvenes fuera de sus manadas de nacimiento, yendo en busca de pareja y territorios. La dispersión ocurre en todos los momentos del año, siendo típicamente de lobos que han alcanzado la madurez sexual en la época de reproducción anterior. Durante la época de apareamiento, la reproducción hace que los lobos sean muy cariñosos anticipándose al ciclo de ovulación femenino. En general, la tensión en las manadas crece ya que cada lobo maduro se siente impulsado a aparejarse. Bajo circunstancias normales, una manada solamente puede mantener a una camada por año, por lo que el dominio de los lobos alfas es beneficioso a largo plazo.

Cuando la hembra alfa está en oestrus, lo cual ocurre una vez por año y los últimos 5-14 días— ella y su pareja pasarán una gran cantidad de tiempo aislados. Las feromonas en la orina de la hembra y el hinchamiento de su vulva informarán al macho de la situación de la hembra. Ésta no es receptiva los primeros días del oestrus, durante los cuales perderá el recubrimiento interno de su útero.

El pene del macho tiene en su interior una formación ósea conocida como hueso peneano o báculo, el cual tiene la función de facilitar la penetración inicial en la hembra, además de mantener la rigidez previa a la erección completa.

El macho montará a la hembra firmemente por detrás.





Tras lograr el coito, los dos forman una cópula una vez que el bulbus glandis, un tejido eréctil del macho localizado cerca de la base del pene, se expande y los músculos de la vagina de la hembra se aprietan. La eyaculación se induce con los empujes de la pelvis del macho y la ondulación del cuello uterino de la hembra. Los dos estarán físicamente unidos entre 10-30 minutos, durante los cuales el macho eyaculará múltiples veces. Tras la eyaculación inicial, el macho levanta sus patas por encima de la hembra, quedando ambos mirando en direcciones opuestas. Se cree que es una medida defensiva ya que uno cuida la espalda del otro. El ritual de apareamiento se repite muchas veces a lo largo del breve periodo de ovulación de la hembra.


http://es.wikipedia.org/wiki/Canis_lupus#Cortejo_y_apareamiento

Photos: www.sexinart.net

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