Craziness beyond frontiers

Friday, April 13, 2007

Abdrung!!!






Pierre Jacomet (luz abisal):

“Todo lo que se le pueda ocurrir a uno ya fue dicho y un cierto grado de incultura da temeridad”
“La sabiduría no tiene mucho que ver con el conocimiento, sino con la forma de capitalizar la experiencia de vida”
“El sabio está conforme con lo que tiene y con lo que es; no odia lo que sobra ni echa de menos lo que no tiene”
“Soy un lector, antes que nada, y admiro a todos los escritores”
“Creo que hay que penetrar en lo más profundo de uno mismo, hay que ir al lado oscuro, llegar a conocernos y a perdonarnos, asumirnos, para desde allí lograr la luz”
“Mientras no nos conocemos, actuamos sin lucidez, a ciegas; hay luz en el fondo de la quebrada, pero hay que bajar al infierno para subir al paraíso”



Corriere Della Sera (on Barbarita Reynolds):

ROMA.- ¿Dante Alighieri, el sumo poeta italiano, se drogaba?
Dante: the Poet, the Political Thinker, the Man , tomaba sustancias estupefacientes, entre ellas, cannabis y "mescalina", un derivado del Aloe vera.
De ahí se explica por qué en el primer canto del Paraíso (la tercera parte de la Divina Comedia , que es un viaje místico que comienza en el Infierno y sigue al Purgatorio), al ascender al cielo Dante se compara con Glauco, que alimentándose con una hierba se había transformado en una divinidad marina.

LLEGA EL SIMULADOR VIRTUAL DE DROGAS (Comopegapuntocom)

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Dos negocios casi igualmente extendidos y florecientes, como la comercialización de drogas y la de programas informáticos, amenazan con fusionarse de un modo que hubiese sorprendido a cualquier escritor-icono de la ciencia ficción, desde Julio Verne hasta Isaac Asimov. Se trata de un simulador de drogas, es decir, un programa disponible en Internet que asegura reproducir, con sonidos, el efecto que distintas sustancias producen en la mente de quien las consume. El argumento de venta que respalda este invento sostiene que cada droga virtual contiene ritmos y texturas sonoras que “sincronizan las ondas cerebrales al mismo estado que una droga usada en dosis recreativas”.


El combo de oferta, que pago mediante puede ser bajada a la computadora —o bien encargada, en su formato CD— en el sitio www.i-doser.com, por el momento incluye cuatro “viajes” bien diversos: marihuana (promete una sensación de elevación), opio (de sedación), cocaína (de euforia) y peyote (de alucinación). Aunque también existen las versiones downloadables de éxtasis, heroína, morfina y absenta, entre otras. Además dispone de distintas dosis, que se miden mediante la duración de las escuchas, y de rigurosas advertencias sobre cómo asegurarse de la “calidad” de la experiencia: en un lugar tranquilo, con los ojos cerrados y con auriculares de buena calidad.

Los vendedores de I-doser aseguran hasta haber recibido e-mails de adictos a drogas que aseguraban que el programa los está ayudando a dejar el vicio, lo que sería algo así como la versión drogona de “engañar el estómago”. En tanto, el foro del sitio está lleno de mensajes de usuarios aparentemente satisfechos: “Quería reírme de todo, estaba contento, y pude apreciar mucho más la música; o sea que tuve algunos efectos de la marihuana... aunque no me dio hambre”, asegura un tal Jorge Roque. Mientras que un tal Derek habla de su intento con la heroína electrónica: “Empecé a pensar en una cosa simple, y de pronto se me reveló como un gran concepto muy profundo. Recién dejé de pensar en eso diez minutos después. Interrumpí la dosis a los 27 minutos, fue una experiencia decente”.

Al cierre de esta edición, el NO no pudo confirmar si la DEA maneja la figura del “electronarco”, ni si ya existe una versión de paco 2.0 para llevar en el i-Pod; que, por cierto, debe ser mucho menos dañina.




Zè Bartlett (disparos a la multitud):

Mengem (Massa),

me quedan pocos minutos, y se me ocurriò que el interlocutor bien podrìa ser Usted. Como siempre, o como hace tanto, la escritura funciona a la manera de una pulsiòn interna del que dispara primero, una pulsiòn de algùn dactilar, que aùn sin siquiera haber acariciado previamente la lengua frìa del gatillo, lo apreta impìamente, sin precisiòn: porque ¿què tipo de presciòn es necesaria para que dos superficies, una, la epidèrmica, animada y otra, la metàlcia, inanimada, no se dejen de encontrar?

Es asi como me atrevo, sin sospechar como recibirà Ud. este balazo, en què costado le puede llegar a impactar, o sì simplemente serà una bala perdida, por desviaciòn en la trayectoria, o porque como todas las balas, o cualquier bala, o todos los proyectiles, o cualquier proyecto, en sì mismo, solo puede ser causal de perjuicio desde la conciencia, siempre reductible, del que enfunda las armas.

Sepa leerme, como siempre lo ha sabido hacer, sì acaso, con un mìnimo de piedad, eso ya me basta, y eso bastarà para que el ruido de la detonaciòn no me deje sordo, o el ardor de la pòlvora estallando, no me queme las manos.

Esto no es màs que otro impasse, un impasse de frases torpes, de frases inconexas, como las inconexas trayectorias de todas las balas perdidas, pero sobre todo, de las tiros al aire, de los tiros inmisericordes, de los tiros al arco o de los tiros al descampado (de las ràfagas sobre las multitudes).

No hay blanco factible, hay solo blancos fàcticos y entonces cualquier disparo con pretensiones de dar en algo, es un disparo, con certeza, siempre inùtil.

Yo ya no sè que es lo que escribo, o si escribo solo para Ud., quien a juzgar por sus acuses de recibo, debe seguir del otro lado, este ping pong a veces me salva, a veces solo me seduce, hoy, quizà solo hoy me provoca una congoja que trasunta infinita tristeza, tristeza abstracta, porque a sabiendas de lo que hemos debido entender, la perdida es la constante.

Luego me dirà, o quizà no, a què se parece este texto, y luego yo le replicarè, diciendole que no hay texto posible porque no hay congoja que trasunte una posibilidad similar de infinita tristeza (de tristeza tan absurda).

Acaso entonces, nos debamos restringir a presagiar una nueva cerradura, esa cerradura que no cede a las llaves, y a los giros cifrados de las cerraduras de siempre, no hay llaves inmaculadas para los cerrojos del tiempo, no las hay porque no hay llaves capaces para las desazones vitales, para las angustias, para los enfados, o lo que es lo mismo, para la necesidad de redituarse, de restituirse, en la torpeza.

Sepa bien, que esto que queda escrito, sin relecturas, sin revisiones posibles, y por supuesto, sin omisiones, queda hoy para Ud., para sus sensaciones de Ud. mismo a medida que lo va leyendo, pero nunca para dar en ningùn blanco, solo para diluirse en la negrura abisal, con esa velocidad con que se diluyen tan imperceptibles, todos los balazos en el embudo insomne del tiempo.

Se le garantiza aprecio permanente, chau, Zè.