Craziness beyond frontiers

Tuesday, June 19, 2007

Dibu...dibu...


Ultimamente se han generado nuevas lineas de investigacion sobre las formas del cuerpo, y especificamente de la cara. Los modelos matematicos permiten estudiar que razgos son mayoritariamente hereditarios y cuales son resultado de otros procesos, aun los ambientales (que tambien incluyen que comemos, en que idioma hablamos o nuestro estilo de vida).


Diego Golombek, Sexo, Drogas y Biologia (y un poco de rock and roll), Coleccion ¨Ciencia que ladra...¨, Universidad Nacional de Quilmes, siglo XXI Editores, Argentina, 2006.




SI SOBRAN VARONES: Si sobran varones los jefes eligen los mas fuertes y los confian a los guerreros, que los llevan al pais de atras de la montaña de nieve, donde algunos seran adoptados como hijos de los jefes, y otros aprenderan el idioma y alguna vez volveran.


SI SOBRAN NIÑAS: Si sobran niñas los guerreros las llevan al pais de los hombres rata. Algunas entran como esposas en las cabañas de los jefes. Otras quedan de esclavas de las tejedoras encargadas de hilar el cañamo o de pelar las ratas que es casi lo unico que ellos comen durante el invierno.

A veces vienen guerreros y cazadores de otras tierras a cambiar niños, niñas y mujeres. Pasan dias enteros contando y regateando. Casi nunca se entienden las lenguas, discuten cada cual en su propio idioma.


Los jefes siempre conceden. Oom aconseja ceder: aunque se pierda algo en el cambio, siempre es bueno cambiar porque alguno de esos niños volvera conociendo la lengua de los otros, trayendo novedades que pueden servir al pueblo de las enramadas y de los fuegos.


Rodolfo Enrique Fogwill, RUNA, Interzona Editora, S.A. , Buenos Aires, 2003.

Se ha planteado la existencia de un continuo entre el envejecimiento normal, el deterioro cognitivo leve y la enfermedad de Alzheimer, tanto desde un punto de vista neuropatológico como de declive de las capacidades cognitivas. Para apoyar esta hipótesis se ha propuesto el estudio del proceso de comprensión de oraciones. Este proceso implica la integración de múltiples fuentes de información (por ejemplo, conocimiento léxico y semántico) y está modulado por los recursos cognitivos de los que dispone el sujeto, habilidades que pueden estar afectadas de forma gradual en estas personas.
Comprensión de oraciones y deterioro cognitivo: Aspectos semánticos y léxicos.
INTERPSIQUIS. 2007; (2007)
Mª Luisa Delgado Losada; Sara Fernández Guinea.Dpto. Psicología Básica II (Procesos Cognitivos)
Facultad de PsicologíaUniversidad Complutense de Madrid




  1. Me estoy dando cuenta que este manuscrito se esta convirtiendo en un libro y probablemente en un volumen relativamente grande. Nunca me habia dado cuenta de que tan lleno esta mi tarro de la basura y de todo lo que tengo que botar.

  2. Hay un comentario que me da verguenza y me crispa: ¨¿Y cuando saldra tu libro?¨.

  3. Cuando mi preocupacion por este libro se mantiene cerca del primer plano, le presto poca atencion a la conversacion en la mesa del comedor o a la hermosura del paisaje.

  4. Toda interferencia con la elasticidad del intercambio libre entre lo que esta en el primer plano y lo que en este momento constituye el fondo, trae consigo fenomenos neuroticos y psicoticos.

  5. Figura y fondo deben ser facilmente intercambiables, de acuerdo a los requerimientos de mi ser. De lo contrario lo unico que logramos es una serie de situaciones inconclusas, ideas fijas y una estructura de caracter rigida.

  6. Cualquier disturbio del balance organismico constituye una Gestalt incompleta, una situacion inconclusa que obligara al organismo a ser creativo, a encontrar medios y fondos de restaurar el balance.

  7. Cualquier deficiencia - ya sea de calcio, de aminoacidos, de oxigeno, de afecto, de importancia, etc. -, genera una necesidad de conseguir estos de alguna parte. Del mismo modo cualquier excedente crea un instinto temporario para deshacerse de ello - sea anhidrido carbonico, acido lactico, semen, heces, irritaciones, resentimientos, fatiga, etc. -, a manera de restaurar el equilibrio organismico.

Frederick Pearls, M.D., Ph. D., In and out the garbage pail, Real People Press,1975.





En uno de los dibu - el primero o el segundo -, todos aparecemos de frente, èl, ella, el otro/este.

Las proporciones dicen relaciòn con los tamaños de cada uno: èl, medianito, ella, pequeñina, el otro/este, algo màs grande que mediano, pero tampoco tanto.

En el otro dibu - el primero, el màs urgente -, ambos aparecen tambièn de frente: èl y el otro/este, son/somos dos solamente, las proporciones dicen relaciòn con uno y el otro/este, un pequeñin, y el otro: simeolòn, hay relaciòn de tamaños, màs que de proporciones.

El otro/este, lleva el pelo a la manera de un cucurucho dado vuelta, y lleva manchada la cara, alrededor de la boca, a la usanza de uno que lleva barba crecida en candado.

En los dibus, las facciones son ficcionales, es decir, tambièn innecesarias, pues no hay facciòn posible que ficcione una emociòn, si acaso, demuda una mueca, nunca emulando una pena mìnima.

Los dibus son acuses de recibo, ella y èl por el otro/este, o màs bien este/el otro por ella y por èl: los que ven, los artistas, los que rayan en el papel, los que colorean, los autores de los dibus, los suscriptores temàticos.

No hace falta màs, el tema esencial es: somos, estamos, vivimos, dos y tres, somos comunidades autònomas, comunidades mòviles que salen de paseo, van a los juegos de la plaza, o entran a una sala de cine.

En los dibus somos monitos interdependientes, el otro/este, ¿un conmovido celador?, ¿un guardaespaldas maniàtico?, ¿un besuqueador obseso?, ò ¿un proveedor inconmesurable de golosinas?, ¡no!, los dibus no se intuyen, los dibus son lo que son: ¡uno!, ¡dos!, y ¡tres!, tres monitos, tres amiguitos, dos que son, uno que fuè: todos monitos.

Èl, ella y el otro/este, transitan muertos de la risa, en metro, en micro, en taxi, por la ciudad, algunas veces se tele-transportan, èl sin decir nada, le indica a este/el otro, como cuidarla a ella de ella misma, porque èl sabe que ella es demasiado ella, y ya sospecha, algo le dice, que las ellas totales son siempre porfiadas, muy llevadas de su voluntad, y a màs de caprichosas, gustan de cruzar la raya, solo porque sì.

El otro/este aprende de los cuidados de èl por ella, y ella, gustosa màs de sentirse mimada que de sentirse cuidada, se suelta las trenzas y se deja querer.

Èl y ella, sentados expectantes frente al titiritero, saben decir: esto ya lo vimos, no importa, lo vemos otra vez, y de nuevo rìen.




Èl y el otro/este, cuando salen solos, no son los mismos, que cuando salen con ella, que funciona como el fiel diminuto de una balanza de dos platos que sostiene toneladas: ellos, los ellos, hablan poco para gusto de el otro/este, para gusto de èl, hablan solo lo suficiente, no hay mucho que decir, han de estar, simplemente en permanente movimiento, y que eso baste.

Los tiempos de ellos, los ellos, son tiempos repartidos, tiempos de el otro/este, para tomarse un cafè y fumarse un cigarrillo, tiempos robados a èl, y tiempos, sobre todo de volver a preguntarse: ¿ahora dònde vamos?, ¿ahora que hacemos?, aunque siempre hacen las mismas cosas, pero nadie propone hacer algo diferente, disfrutan un ritual dominical de tarde brevìsima, que reparten entre la peli de turno, y la revisiòn obligada de los acontecimientos de la semana que pasò: poema breve, casi haiku, de èl, novelòn proustiano de el otro/este.

Algunas veces el otro/este, le ha robado a èl, medias horas en algunas librerias, èl no dice nada, supondrà que a el otro/este, lo de divagar en las tiendas de libros, serà lo que para èl, es divagar en una jugueterìa, ¿serà tan necesario y urgente comprar libros como comprar juguetes?

Los tiempos de èl, basicamente son tiempos de mostrarse grandote, de disponerse al arco, entre los troncos de dos àrboles y la vertical a una altura indefinible que es siempre la altura del cielo, y desde esa porterìa improvisada, atajar penalties pateados para demandarle una alargada exigentìsima al cuerpecito, o simplemente pateados con malicia, con chanfle, o màs frecuentemente tan mal pateados que hay que ir a buscar la pelota lejos, en la banquina del otro extremo de la calle, o esperar a que alguno por allì, la devuelva.

A veces un mal calculado patadòn, hace hervir las palmas de las manitos bajo las guanteletas, y entonces èl, piensa en pintar dibus diferentes, con èl, en posiciòn de arquero lesionado, pero luego, luego, se repone, y todo vuelve al dibu original: el primer dibu, ambos con sus tamaños perfectamente diferenciados, de frente y de piè.

No hay fotos, solo dibus, porque los dibus siempre seràn màs que las fotos, tecnologìa mediante: la que quieran, la hiperdigitalizada, la nano granular, no hay captura posible como la atrapada en los dibus, no hay ojo de pescado que abarque màs, no hay filtro pastel que aplaque tan suavemente, sutilice o degrade, ni obturador tan veloz que plasme lo plasmado en los dibus: trazado y coloreado desoxiribonucleico puro!

Èl y ella, sin saberlo, aplican la mayor de las rigurosidades tècnicas, y la simbiosis teòrica màs aguda en sus dibus, porque aunque la transformaciòn misma de una hoja de papel en un dibu, no toma màs de un cuarto de hora, la elucubraciòn del mismo, involucra la elaboraciòn de complejìsimos procesos de mixtificaciòn y mitificaciòn, imposibles de simular matemàticamente.

Èl, ella y el otro/este, en los dibus hibernamos por la eternidad, transmutados en personajes cibernèticos animadìsimos y desdramatizados, monitos hechos de hielo y fuego, monitos mudos, monitos primigenios y al final còsmicos, monitos letales, que de pronto, entre las hojas de un libro cualquiera, al volver a dejarse ver, son capaces, de hacernos rodar una làgrima, solo porque sì.


Zè Bartlett (Camel Toe).
drawings @:

Thursday, June 14, 2007

Carmen.



Carmen es sucia,
no tiene padre.
Pisa laureles,
no ama a su madre.
Algo pasa dentro de mi...
Cuànto perdòn,
debajo de tanta luna.
Cuànto verdor...
debajo de tanta luna.
Algo pasa dentro de mi.
Algo pasa en este lugar.
Pàrate debajo de mi mano,
mira quien soy.

Emilio del Guercio, 1970 (Almendra II, tema 5, cara A, disco 1).



En Brooklyn, Nueva York, un escritor bastante holgazán está a punto de crear la novela perfecta con la ayuda de un artefacto y un software que posibilitan el paso directo de la imaginación a la (virtual) realidad, sin pasar por la escritura. En una novela así, desde el primer instante están ahí el ambiente, los personajes hechos, la tensión y se transmite intacto lo imaginado, no sólo por el ojo, sino por todos los sentidos, y se respira en ella el territorio de la imaginación libre, la que no constriñen las palabras o los trazos del pincel o las notas musicales o ningún vehículo: la imaginación intacta. Pero esta Utopía que da al creador la posibilidad de llegar a la perfección es imperfecta, como descubrirán el escritor, el inventor y el lector en esta novela pícara, vital, gozosa.
La novela perfecta.
Carmen Boullosa.
México: Alfaguara. Novela. Encuadernación rústica.ISBN 9707704721. 160 págs.





Carmen no tenía ni puta idea de nada. Carmen la pérfida, la perversa, la pútrida, la mujer de cualquiera, el sueño de ninguno, la demente, la tránsfuga, la tozuda y sobre todo, Carmen, la semántica.

Carmen procaz e impenitente, argumenta en líneas argumentales que le parecen sólidas, con la solidez del asfalto más contundente, y uno cualquiera echa por tierra sus certezas graníticas y deja que le estallen los sesos sobre el vértice ampuloso de la curva mas caliente, de la autopista más temeraria.

Carmen, torcida en su anatomía procaz y persistente, Carmen radial en racimos guturales, una falla geológica vertebrada, un abismo, un pertrecho, una señal mustia, un desaguisado, los restos de un poema, Carmen, a su vez, insignificancia de ella misma.

Carmen redomada, arrebolando el poncho, bailando a saltos y tropezones, entonando una melodía tristìsima, profiriendo insultos, burlándose de un payaso, enfocando y embocando y evocando el amarillo sin precaución, cayendo sobre la red del discurso de su razón de ser, caminando ambigüedades, tallando glifos en madera de balsa – re trazando perfiles totémicos -, haciendo las mismas muecas antiguas, torciendo los mismos grupos musculares, remedando un dolor de parto ancestral, cogiendo, recogiendo, dejándose coger, dejándose recoger.

Carmen, chica de su pueblo, drama de provincia, himen perpetuo, paráfrasis, fonema, arrumaco, decadencia, la del cosmetiquero más lleno de palabras, la de los brazaletes de poliuretano, la amante de todos los feriantes, Carmen y su sordera, ella misma una oreja cortante, el musgo entre los ladrillos, la masa y el cocido, la del delantal grasiento, la de la grupa polvorosa, la domadora de bestias, la niña, la doncella y la dama imposibles, la princesa desencantada, la lenguaraz, la gélida, la artera, la mamapijas, la voraz, la urgente, la necia.

Carmen, virgencita santa, sin deslices ni culpas, ni milagros concedidos ni catálogos concebibles, ella misma una estratagema, la sinuosidad de un vulvo, el comejèn, la garrapata hasta la arteria, la chupaora oblicua, la ilimitada, la inimitable, el croquis del croquis del mapa del tesoro perdido.

Carmen, la fotógrafa, la carcelaria, con el culo a propulsión a chorro, la médium entre la imagen de la imagen y la imagen del iris derramado en el ojo irritado del artista plástico tuerto.

Carmen, la paseaora, la baby sitter, la matrona, la madraza, la que de su propio mástil desprende un velamen estampado con motivos chineses, como alas de mariposas sapienciales, Carmen, la xenófoba sin corpiño, la brutal, la fascista, la pornògrafa, la que bate los biberones antes de hervir el agua, la de la leche desnatada, la faenadora de pollos, la granjera y la cuaquera.

Carmen, la despistada, la incapaz de tejer el hilo de una historia lineal, la extremista, la trepadora constrictor, la infantil, la que mea junto a la taza, directamente sobre los mosaicos, la que no escupe hacia la derecha ni patea penales, la off side y la ludòpata, la cleptómana sin antifaz.

Carmen, la lúcida con su lucidez desde el hipotálamo, la frágil y la fértil, la abortiva, la invertida, la pista de la pista sobre el olor de la huella, la quìstica, la ampulosa, la frugal, la bactericida, todas esas cosas del querer y el maldecir, la única sospechosa, la frígida, la incriminada, la fétida, la herrumbrosa, la fatídica, la melindrosa, la estúpida, la vectorial y la diva, el guiño de Zoroastro y la omisión única de Zaratustra.

Carmen, la payadora, la repulsiva y la asquienta, la maja peluda y la Venus en colaless, la peor de todas, todas, toditas, la mujer martillo y la cuña ósea, la mujer foca y la mendiga de la tara, la del vocablo y la de la flecha sin arco, y la de las compresas y la de los unguentos, y la de terraplenes por donde se baja más rápido que haciendo rafting en los jugos gástricos.
Carmen, la forjadora de comales, la unica que echa tortillas septentrionales como estrellas perdidas, como estrellas insolitas, como estrellitas solitas, la mas filosa que el bisturi mas filoso del rinoplasta ambidestro, la que incinera sus nauseas en la gran pira inminente de las bibliotecas publicas, la maestra de cermonias de los bacanales del fastidio, la voluble y la soluble en baños de sales.
Carmen, la amante delincuencial, la mas precisa que un sextante, la que sopla detras de las burbujas de jabon, la que mastica y hace bolos salivales, y engulle y deglute y hace caca, y hace mierda incontinente, cualquier piropo y toda forma de insinuacion.
Carmen, apretujada, constreñida, vehemente y exultante, casi, casi, casi anforica, exudando su fruta invertida, invertebrada, exfoliada y depilada, anaerobica, subventral e ingravida, harapienta de retazos de calzones arrancados con el ojo del periscopio de los transeuntes sumergidos en oceanos contaminados, concomitantes de cavilaciones y genuflecciones, todos cohabitantes en la sospecha.
Carmen, famelica y cadaverica, de carnes recurrentes, inminente y exorbitantemente flacidas, Carmen manoseada, escurrida, malquerida, despojada, abandonada, olvidada, recordada, hilarante, siempre hilarante.
Carmen, reventando papayas y desgajando las cáscaras de su concha, manjar tan ácido, tan pélvico, paupérrimo: ¡Ficción!



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NOVEMBER 2.


I've been cordially invited to join the visceral realists. I accepted, of course. There was no initiation ceremony. It was better that way...